Saboreando los últimos momentos que un día llegarán a formar parte de los recuerdos inolvidables de un fabuloso 2015. Resulta irónico que el pasado siempre esté en el presente, ¿verdad? Me he dado cuenta de que la vida te pone obstáculos, pero eres tú el que pone los límites. Ha sido un año bastante duro; lleno de risas, llantos, estrés, emoción ... aunque nadie dijo que la vida fuera fácil, ¿no?
Me quedo con esos momentos en los que te alejas de los problemas, de las personas, de los gritos, de las risas, de los insultos, de los piropos, de la realidad ... Momentos en los que te das cuenta de que ya todo no es lo mismo; de que los problemas eran no haber hecho los deberes o no saber contar hasta veinte en inglés; de que las personas eran agradables y simpáticas contigo; de que no importaba tu talla de pantalón, ni si eras alta o baja, o si comías o no comías; de que los gritos eran “¡lista o no, allá voy!”; de que las risas eran porque realmente tenías que reírte porque, si no, explotabas, y que no eran forzadas como ahora; que la realidad era ver “Doraemon” o “Bob Esponja”, pintar nubes azules e ir al parque a hacer amigos nuevos. Es en ese momento en el que te das cuenta de que todo ha cambiado, que ya no somos críos, sino que somos lo que somos.
He cambiado mucho. Nunca es tarde para convertirte en quien siempre quisiste ser ¿verdad? Este año los tropiezos me han enseñado a saber donde pisar. Soy una chica más madura. Aprendí que no todas las promesas se cumplen; que los “para siempre” no suelen durar más de un minuto; que la palabra escrita, escrita se queda; que un “no te quiero perder” es igual a un “te olvido mañana”; que un sentimiento puede morir o simplemente siempre estuvo muerto; que quien se va, no regresa; que las cosas pueden cambiar en un abrir y cerrar de ojos ... “O corres o te pillan”, me dijo un día mi entrenador, al cual aprecio con diferencia desde el primer día que lo conocí.
¿Personas tan importantes? Pocas, pero insuperables. Todas las que me conocen al derecho y al revés, las que saben con sólo mirarme lo que estoy pensando, con las que he vivido experiencias hermosas y tristes, y sobre todo las que siempre están ahí cuando las necesito. He de añadir que estoy muy orgullosa de que una persona como Fran Aguilera haya llegado a formar parte de mi vida tan espontáneamente. No tengo palabras para describirlo, simplemente deciros que ha sido uno de los mayores hechos a destacar de este año.
Antes de cerrar esta entrada con mi carta a Los Reyes Magos, me gustaría desearos unas felices fiestas y recordaros que no podéis perder esa bonita costumbre de estar nerviosos por saber que despertareis con alguna que otra sorpresilla en vuestros zapatos.
En el siguiente enlace podréis leer la Carta a los Reyes Magos que he escrito gracias a TheWangConnection
¡¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!!!
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